Estonia celebrará elecciones parlamentarias el 5 de marzo en un contexto de inestabilidad política interna y “fogoneo” de parte de sus vecinos bálticos pero también de Rusia.
El presidente de Estonia, Alar Karis, ha convocado este martes para el 5 de marzo de 2023 nuevas elecciones parlamentarias, en las que el Partido de la Reforma de la primera ministra, Kaja Kallas, parte con ventaja para seguir en el poder.
El presidente ha reivindicado la pertenencia de Estonia a la UE y a la OTAN, señalando que ahora los aliados son más necesarios que nunca, "con Rusia librando una guerra en Ucrania". Este conflicto será previsiblemente un tema clave en campaña, en la medida en que Estonia comparte casi 300 kilómetros de frontera con Rusia.
El contexto es complicado en Estonia, que intenta mantener su neutralidad pero no puede dejar que Rusia salga con la suya en el territorio ucraniano, puesto que su propia estabilidad estará puesta en riesgo. Este contexto de fragilidad internacional es sumamente aprovechado por el Partido Popular Conservador de Estonia, que ya anunció en su plataforma política que, de ganar Estonia, va a prohibir las peticiones de asilo a ciudadanos rusos o deportar a quienes huyen de la movilización parcial. Su triunfo endurecería esa postura antirrusa, pero no parece que vaya a lograr escaños para obtener una mayoría.
Los sondeos sitúan en segunda posición actualmente al Partido Popular Conservador de Estonia (EKRE) y, a continuación, al Partido del Centro Estonio. En total, unas 900 mil personas están llamadas a votar en el primer país europeo que introdujo la votación digital, en el año 2005.
En Estonia, como mencionamos anteriormente, gobierna Kaja Kallas del social-liberal Partido Reformista de Estonia (Eesti Reformierakond). Lo hace junto a los cristianodemócratas y los socialdemócratas, quienes desde julio pasado armaron con ella su segundo gabinete desde que tomó las riendas estonias.
Kallas logró formar gobiernos mayoritarios después de mucho trabajo y algunas crisis producidas por líderes varones. Ella acomodó la situación en sus países y sale a competir electoralmente en diferentes contextos. Kallas llega fortalecida aunque con una leve caída y un posterior repunte en las encuestas. La gran pregunta pasa por saber cómo le irá a sus socios socialcristianos y socialdemócratas, que rumbean el 7–9 por ciento cuando el límite para acceder al Riigikogu (sede del gobierno) es 5 por ciento. Ella probablemente siga, pero sin sus aliados centroprogresistas puede tener que volver a buscar al centro, que lleva al cuestionado Jüri Ratas como candidato a primer ministro.
En este contexto sumamente álgido, la inseguridad que azota a las regiones rurales, se ha transformado en el principal y primer problema de Kallas. Ha cambiado su ministro de Seguridad al menos dos veces y corre riesgo de que la oposición haga mecha de ello y politice la cuestión.
Por otro lado, la guerra de Rusia contra Ucrania ha desatado los precios estonios y ha provocado una crisis energética. Es que, uno de sus principales socios comerciales y asociados energéticos (Rusia) se encuentra subsumido en medio de tensiones y sanciones por parte de la Unión Europea. Las sanciones económicas, políticas y tecnológicas establecidas contra activos, personas y servicios rusos ha generado en Estonia una escalada de la inflación.
Quedará esperar hasta el 5 de marzo para que veamos los resultados de una elección que, de mantenerse esta tendencia, llevará a la victoria nuevamente a Kallas. Por ahora, la actual primera ministra reza para que la escalada del conflicto con Rusia no afecte directamente su capital político. Pero, también espera que Rusia no recrudezca sus acciones contra Ucrania, debido a que esto podría moldear a la opinión pública y llevarla a decantarse por la derecha del EKRE.
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